sábado, 26 de marzo de 2011

¡Oh my God!


Luis Alejandro López

Hay veces que uno quiere hablar acerca de algo y tiene tantas ideas que no encuentra la manera de ordenarlas. Eso me pasa a mí con respecto al tema religioso. Son tantas las cosas que pienso al respecto, que no veo la forma de empezar.


Por eso, creo que lo primero que se me ocurre decir en este momento es que, quizás casualmente, o no sé por qué razón, las personas más inteligentes que he conocido en mi vida y, seguramente las más nobles, son ateas. Si bien respeto la creencia de cada quien, el tema de las religiones siempre me ha parecido un arma de poder para someter a los ignorantes.

Por otra parte, es paradójico que las personas que he conocido devotas a la religión, por lo general, han sido las peores. ¿Será que esa gente tiene un sentimiento de culpa tan grande que buscan refugiarse en eso?

Por mi parte, y sonará mal para muchos, puedo hablar de mi mamá. Ella vive predicando la palabra, “ayudando” a los demás, regalando mi ropa sin mi autorización, diciéndome que Dios me va a castigar, va a misa y toda la cosa, pero por lo menos conmigo, su hijo, ha sido de todo menos madre.

Y no sólo por esa imbecilidad que comenté arriba, sino por muchas más que no vienen al caso, ni pienso ventilar acá (lo de arriba fue más que suficiente para hacer un panorama) Entre otras cosas, me pregunto por qué cada quien defiende su religión como una verdad absoluta.

Qué loco estaban los indígenas al pensar que el sol era un dios, o la lluvia, o no sé qué. ¿Y no es loco también que exista algo abstracto que ni siquiera es tangible, no tiene cara ni nada palpable, que sea el supuesto Dios?

Si te pasa algo bueno, “Gracias a Dios”, si te pasa una mierda – como suele pasar – es una prueba, váyanse al carajo. Tanta mierda en el mundo demuestra que acá lo que existe es la ley del más fuerte.

Este post se vuelve cada vez más incongruente e incoherente, en parte por el alcohol, en parte porque da mucho de qué hablar y debatir. Mi conclusión: cada quien hace su camino, no es cuestión de Dios o cualquiera otra cosa que crean, es cuestión de esfuerzo y trabajo.

Se los dejo para una próxima entrega porque creo que se me fue el mambo. Zas!

jueves, 17 de marzo de 2011

Ojos de perro azul – Las desgracias de un exiliado



Luis Alejandro López

Lo malo
Esta entrada será larga, lenta y ladilla. En fin, la cuestión  es la siguiente: sólo quienes viven afuera sabrán que lejos de aquel “sueño americano” o “sudamericano”,  la situación del extranjero,  no es nada fácil.  En el caso de nosotros los venezolanos, podríamos decir  que somos sencillamente unos “exiliados”. Pero la situación para nosotros, a veces, es peor que para el resto. (Léase Cadivi, los entendidos sabrán)
Para no crear mucho preámbulo, mi caso es que llegué de regreso a Buenos Aires,  y, sin previa notificación, a pesar de tener todos mis pagos al día, me dijeron que debo desalojar mi departamento a fin de mes. Quien viva acá sabrá perfectamente que para un extranjero es sumamente difícil alquilar, sobre todo, por lo que te piden: garantía de propietario, recibo de sueldo, referencias, 3 meses de depósito, etc.
Aclarando el punto anterior, no es sencillo conseguir dónde vivir y, mudarse, casi igual. Aparte de tener todos mis muebles acá, siendo extranjero simplemente se te cagan encima.  Como uno obviamente no tiene los requisitos, si consigues algo te quieren joder cobrándote algo absurdo, como si uno cagara la plata.
Sumado a esto, si uno logra conseguir, te piden que pagues seis meses de depósito, más la comisión, gastos y otras menudeces, por no decir imbecilidades. En resumidas cuentas, tengo 15 días para ver qué mierda hago con mi vida y mis cosas o me quedo en la calle.

Lo feo

La situación  obviamente quedó bastante clara. Fui a la inmobiliaria y después de semejante noticia, no sé a ciencia cierta si me dio un ataque de pánico o qué. Al salir de ahí se me bajó la tensión y no podía respirar;  tuve que quedarme unos minutos sentado en la entrada de un edificio pasando el malestar.
 Lo cierto es que hablando con el tipo de la inmobiliaria, con una hipocresía absurda y cínica, me dijo algo que fue medio tragicómico. Me ofreció alquilarme un local en un centro comercial en el culo del mundo, literalmente. Eso sí, no tendría cocina y el baño que utilizaría sería el del centro comercial. En medio de mi rabia, me imaginé como Tom Hanks en la película “La Terminal”, bañándome con el lavamanos y comiendo en el Burger King, por supuesto, pagando con monedas (que en mi caso no sería de los carritos del equipaje,  sino de los transeúntes compasivos que me regalaran unas cuantas, aunque acá está jodido porque no hay monedas).


Lo peor

En definitiva, fue un completo día de mierda. No sé qué coño haré, ni dónde iré a parar, pero supongo que de alguna manera resolveré.
PD: La verdad siempre admiraré a mi papá por la dedicación que le presta a sus hijos, porque prefiere quedarse sin comer con tal de saber que nosotros estemos bien. Sé que probablemente él jamás leerá esto porque no es fanático de la tecnología, pero espero algún día devolverle esa entrega con hechos y no con palabras en un blog.

Les dejo un bonus track de una buena pieza que algo tiene que ver con el tema y cuyo título robé para este post.