jueves, 17 de marzo de 2011

Ojos de perro azul – Las desgracias de un exiliado



Luis Alejandro López

Lo malo
Esta entrada será larga, lenta y ladilla. En fin, la cuestión  es la siguiente: sólo quienes viven afuera sabrán que lejos de aquel “sueño americano” o “sudamericano”,  la situación del extranjero,  no es nada fácil.  En el caso de nosotros los venezolanos, podríamos decir  que somos sencillamente unos “exiliados”. Pero la situación para nosotros, a veces, es peor que para el resto. (Léase Cadivi, los entendidos sabrán)
Para no crear mucho preámbulo, mi caso es que llegué de regreso a Buenos Aires,  y, sin previa notificación, a pesar de tener todos mis pagos al día, me dijeron que debo desalojar mi departamento a fin de mes. Quien viva acá sabrá perfectamente que para un extranjero es sumamente difícil alquilar, sobre todo, por lo que te piden: garantía de propietario, recibo de sueldo, referencias, 3 meses de depósito, etc.
Aclarando el punto anterior, no es sencillo conseguir dónde vivir y, mudarse, casi igual. Aparte de tener todos mis muebles acá, siendo extranjero simplemente se te cagan encima.  Como uno obviamente no tiene los requisitos, si consigues algo te quieren joder cobrándote algo absurdo, como si uno cagara la plata.
Sumado a esto, si uno logra conseguir, te piden que pagues seis meses de depósito, más la comisión, gastos y otras menudeces, por no decir imbecilidades. En resumidas cuentas, tengo 15 días para ver qué mierda hago con mi vida y mis cosas o me quedo en la calle.

Lo feo

La situación  obviamente quedó bastante clara. Fui a la inmobiliaria y después de semejante noticia, no sé a ciencia cierta si me dio un ataque de pánico o qué. Al salir de ahí se me bajó la tensión y no podía respirar;  tuve que quedarme unos minutos sentado en la entrada de un edificio pasando el malestar.
 Lo cierto es que hablando con el tipo de la inmobiliaria, con una hipocresía absurda y cínica, me dijo algo que fue medio tragicómico. Me ofreció alquilarme un local en un centro comercial en el culo del mundo, literalmente. Eso sí, no tendría cocina y el baño que utilizaría sería el del centro comercial. En medio de mi rabia, me imaginé como Tom Hanks en la película “La Terminal”, bañándome con el lavamanos y comiendo en el Burger King, por supuesto, pagando con monedas (que en mi caso no sería de los carritos del equipaje,  sino de los transeúntes compasivos que me regalaran unas cuantas, aunque acá está jodido porque no hay monedas).


Lo peor

En definitiva, fue un completo día de mierda. No sé qué coño haré, ni dónde iré a parar, pero supongo que de alguna manera resolveré.
PD: La verdad siempre admiraré a mi papá por la dedicación que le presta a sus hijos, porque prefiere quedarse sin comer con tal de saber que nosotros estemos bien. Sé que probablemente él jamás leerá esto porque no es fanático de la tecnología, pero espero algún día devolverle esa entrega con hechos y no con palabras en un blog.

Les dejo un bonus track de una buena pieza que algo tiene que ver con el tema y cuyo título robé para este post.

2 comentarios:

  1. ¡Que buen post! Ahora que por lo visto ya tenes dpto nuevamente, cabe mencionar que al leerlo me causo mucha risa (en el buen sentido) por todo lo que tuviste que pasar. Pero lo más fue la historia del local que te ofrecieron ¡Que hijos de puta! jajaja.

    A mi me paso algo similar y tuve que irme a un hostel 2 meses y medio (una mierda) pero ya conseguí dpto. así que quizás por eso me sentí identificada con tu post :)

    ¡Saludos!

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  2. Hahahaha viste, es terrible las cosas que le pasan a uno a veces estando afuera de su país, pero bueno son experiencias hehehe.

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