jueves, 16 de diciembre de 2010

FRIENDS



Luis Alejandro López

Cuando era pequeño, entre 6 y 10 años,  siempre me preguntaba por qué mi papá no tenía amigos. A los 12 ó 15 años me preguntaba casi lo mismo.  Cómo era posible que mi papá no tuviera amigos si era tan divertido estar de joda con esa gente “incondicional” que jamás te haría una cagada. Qué raro era mi papá en ese entonces; qué tipo tan amargado.

A los 15 años tuve una de mis primeras novias “serias”. Como dirían en las series gringas: “llegamos a tercera base”. Eso obviamente era una relación “muy seria” para mí. A los pocos meses esa chica estaba de novia con uno de mis mejores amigos. ¡Pufff! Uno de los primeros golpes de la vida, pero no el último.

Allí me di cuenta que eso de las amistades incondicionales no existen. ¡Pero qué ingenuo¡ Pensar que una amistad tan sólo se va a la mierda por cuestiones de “amor” es peor que el ciego que no quiere ver. Ese tan sólo es uno de los motivos básicos. Existen otros muchos más crudos y peores.

Uno de los peores casos, quizás no de amistad, pero de solidaridad con el ser humano como tal, fue el de mi tío. Él, luego de sufrir un derrame cerebral y quedar parapléjico, fue abandonado por  toda su familia, nadie se quería hacer cargo y lo querían dejar tirado en la clínica.

En ese momento, mi papá, quien no fue su hermano de sangre, pero sí de crianza, se quiso hacer cargo. Casi instantáneamente   la manada de buitres (familiares) amenazó con acusarlo de secuestro. Todos, aún siendo su familia, querían dejarlo morir para ver con qué se quedaban. Aunque esto sea muy triste, pasa más de lo que uno se imagina. La avaricia del ser humano.

A medida que uno va envejeciendo, se va dando cuenta que los amigos se van reduciendo cada vez más. ¿La razón? Con el paso del tiempo la gente se convierte en una verdadera mierda.  Qué suerte si a tus 30 puedes decir que tienes más de 5 amigos por los cuales metas las manos en el fuego.

Hay una verdad que para mí es absoluta: “Como los amigos del colegio no los encontrarás en ningún lado”. Salvo contadas excepciones, esto aplica. Y sin embargo, un amigo del colegio de “absoluta confianza” le acaba de hacer una mierda a otro del grupo.  La verdad con el paso del tiempo me doy cuenta que la gente no se mide con los códigos de antes. Ya no es como diría Jerry Seindfeld: “¿Te gusta la gaseosa? A mí también, creo que seremos mejores amigos”.

Ahora entiendo a mi viejo cuando me dice que sus mejores amigos somos mis hermanos y yo. Sé que él sabe que es mi mejor amigo porque supo ganarse mi confianza, porque le cuento todo acerca de mí sin esconderle nada. Sé que él sabe que yo soy su mejor amigo  porque me cuenta todo acerca de él sin esconderme nada, porque en verdad tenemos un vínculo que va más allá de cualquier cosa y lo amo con todo mi ser y él a mí.

Y ni hablar del chiquito del grupo, Andrés Alejandro, su hijo, mi hermano, la luz de nuestros ojos.

En el mundo adulto predomina la envidia, la hipocresía, y…… mmm creo que esas dos resumen todo.

Bye.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Esos personajes del gym



Luis Alejandro López

Cualquiera que se haya inscrito alguna vez en un gimnasio sabrá perfectamente de lo que pienso hablar. Creo que la gran mayoría ha pasado por eso de decir "este lunes empiezo la dieta y a hacer ejercicios", sobretodo cuando comienza un nuevo año. Una vez propuesta esta meta, uno se inscribe súper entusiasmado en el "gym", pero a los pocos días no es raro obstinarse. Desde que se entra al sitio hasta que se sale, se pueden ver una gran cantidad de personajes que no se ven en otras partes. Sin embargo, esto puede llegar a ser muy interesante.

A continuación una breve descripción de algunos de los personajes que he podido clasificar:

La recepcionista: Por lo general suelen ser tipas jóvenes, de entre 18 y 20 años, que están trabajando allí para empezar en algo mientras sacan una carrera. Algunas pueden ser simpáticas, pero en su mayoría siempre están con cara de culo. Lo más curioso del asunto, es que a pesar de verte entrar todos los días, cada vez que vas te preguntan tu número de socio o tu nombre para ver si realmente estás inscrito. No es raro verlas guindadas en el celular o en una larga conversación con algunos de los papeados del gimnasio.

El instructor: Suelen pasar todo el día en el gimnasio, por lo que sus temas de conversación son bastante limitados. La temática del día, por lo general, tiene que ver con una nueva dieta, una nueva rutina que sacaron de Men´s Health o cómo se están preparando para una próxima competencia. Si tienes algo de confianza, seguro te contarán a cuántas mujeres se tienen levantadas o qué ciclo de esteroides se está metiendo en ese momento. Su vestimenta típica son camisetas y licras bien ceñidas al cuerpo para hacer notar sus músculos en todo su esplendor.

La buenota: Nunca falta una mujer que esté explotada de buena y que obviamente tenga que hacerlo notar. Es perseguida por instructores y jalabolas, a los cuales siempre le brinda un sonrisa medio falsa. Casi siempre está dando vueltas de un lado a otro como si estuviese en un desfile, pero rara vez se le ve haciendo algo realmente (obvio que de alguna manera logra ese cuerpo, pero es difícil saber su secreto)

La vieja: Es un personaje emblemático. Va al gym los 365 días del año, pero siempre está igual. Vale destacar que en una conversación con alguien con respecto al tema, sacamos la conclusión de que esto tiene mucho mérito, porque la gran mayoría con el paso del tiempo nos hacemos mierda y sin embargo esta vieja se mantiene igual, lo cual significa mucho. Lo malo de este personaje es que suele hacerte la ida al gimnasio una tortura: ocupa las máquinas por tiempos indeterminables, te mira con cara de culo, pregunta estupideces y, a pesar de tener 15 años entrenando, es incapaz de hacer algo si no hay un instructor que les diga qué debe hacer y cuánto peso debe ponerle a la máquina. Su rutina favorita es montarse en la caminadora que, valga la redundancia, a pesar de tener 15 años usándola, aún no sabe programar sin ayuda.

El papeado: Es ese tipo musculoso que también asiste regularmente al gym. Si vas en la mañana lo ves, si vas en la noche también lo ves; es difícil determinar si es que se la pasa el día allí o casualmente coincide contigo siempre. La mayoría de las veces lo ves chupándole media a algún instructor, al cual ven como su mentor. Aparte de esto, cada vez que hace algún ejercicio tiene la maña de gritar para que todos noten cuánto peso está levantando. También se le puede ver hablando con la recepcionista o con la buenota. Si te ve haciendo algún ejercicio, no te extrañe que venga a corregirte y decirte cómo se debe hacer bien.

El de la limpieza: Normalmente siempre hay uno solo. Da vueltas por todo el gimnasio, saluda a todo el mundo, pero es un personaje callado y de bajo perfil. No suele molestar a nadie y siempre está con un trapito en la mano puliendo todo para pasar la ladilla o para justificar el sueldo. Es uno de los más simpáticos que podrás encontrar.

El dueño: Se le ve pavoneándose por todo el gimnasio. Saluda a todas las que están buenas y siempre se le ve dando instrucciones como si estuviesen a punto de hacer algo gigante. Sin embargo, a pesar de que todos los meses te aumentan la cuota del gimnasio, éste siempre se ve igual y no pasa nada nuevo. No es raro que invite a la recepcionista a pasar un fin de semana juntos. En caso de que ésta rechace la propuesta, puede ser automáticamente despedida.

El gordito/a: Es mi caso. Somos los que nos pusimos esa meta de empezar la dieta este año y empezar a hacer ejercicios regularmente. Sin embargo, la emoción dura pocos días y tarde o temprano volvemos a los malos hábitos. El mayor peligro es pagar la novatada, empezar a entrenar con un instructor que luego te engatusará diciéndote que si le pagas tanto mensual te dará una atención personalizada, que te recomendará una merengada de proteínas buenísima que él vende con la cual lograrás resultados increíbles. Finalmente, terminas diciéndote que no vale la pena pagarle a un tipo que siempre te pone a hacer las mismas cosas mientras se queda hablando con la buenota. Así, decides entrenar por tu propia cuenta, cosa que al instructor no le agrada mucho. Pasado un tiempo dejas el gym, para volver unos meses o años más tarde diciéndote que esta vez sí le vas a poner ganas.

NOTA: algo que no debe faltar es el hilo musical del gimnasio, el cual todos los días suele ser el mismo. Su repertorio principal son los discos de DJ Tiesto del 2000 o el reggaetón que estaba de moda hace 5 años atrás. Por supuesto, siempre al mayor volumen posible.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Venezolanos pajúos o... ¿pelotudos?



Luis Alejandro López

Luego de tres años de vivir en Argentina, he notado con curiosidad y mucho pesar cómo muchos venezolanos que llegan acá se transforman por completo. Para mí es incomprensible que luego de criarse y vivir 20 años o más en Venezuela, muchos de los que están ahora en Buenos Aires u otras ciudades, de la noche a la mañana empiecen a hablar con acento argentino.

Entiendo a la perfección, porque a mí mismo me ha pasado, que a uno se le peguen palabras, muchas veces porque sucede naturalmente y otras por razones prácticas. Obviamente, si uno no se adapta a los términos usados acá, tendrías que estar todo el día explicando qué quisiste decir. Eso es una cosa, pero de ahí a cambiar el acento como tal o usar el "vos", "che", "boludo", hay un largo trecho.

Es realmente patético andar por la calle y escuchar a una persona con claro acento venezolano decir algo como: "Che, pero es que el pibe éste es una ladilla", por mencionar un ejemplo. No sólo se ve patético, sino que también es ridículo y demuestra la poca personalidad que tienen algunos. Lo mismo sucede con algunas personas de otros países, como los colombianos. Amigos cercanos de este país coinciden conmigo en que hacer esto es terrible.


No quiero hacer esto muy largo, así que acá lo dejo.